El gigante alimentario estadounidense Del Monte Foods se ha declarado en quiebra, alegando cambios en las preferencias de los consumidores. La empresa espera que el proceso le permita volver a empezar bajo un nuevo propietario.
Esperando un cambio de rumbo
Del Monte lleva procesando conservas de fruta desde 1892 y se convirtió en un actor global en esa categoría durante el siglo XX. La empresa se describe a sí misma como una víctima de Covid-19: durante la pandemia, la demanda de fruta en conserva se disparó, lo que impulsó a la empresa a aumentar la producción. Sin embargo, la demanda se desplomó cuando terminaron los cierres, dejando a la empresa con existencias sin vender y una capacidad de producción adicional cara e innecesaria.
Además, la empresa también apunta a la crisis del coste de la vida tras la pandemia, que hizo que muchos consumidores se pasaran a las marcas blancas. Con sus aranceles al acero importado, el presidente Trump asestó el golpe mortal al gigante de las conservas, informa Mass Market Retailer.
El consejero delegado, Greg Longstreet, espera que el proceso del «Capítulo 11» sea la «forma más eficaz de acelerar nuestro cambio de rumbo y crear una Del Monte Foods más fuerte y duradera». Sin embargo, la deuda de Del Monte podría ascender a diez mil millones de dólares, y no está claro qué parte de estas obligaciones se saldaría en una quiebra.