El grupo francés de lujo LVMH vio caer inesperadamente sus ventas en el primer trimestre, ya que los clientes estadounidenses se están uniendo a los chinos en su reticencia a dejar rodar su dinero en efectivo. Las cifras indican algo más que una caída temporal.
Un corazón bajo presión
La empresa matriz de Louis Vuitton y Moët & Chandon vio caer su facturación un 3%, hasta 20.300 millones de euros, en el primer trimestre de 2025, mientras que los analistas esperaban un resultado estable. El principal «culpable» es el propio corazón de LVMH: la división de moda y marroquinería, que representa casi la mitad de la facturación y la mayor parte del beneficio, registró un descenso de la cifra de negocio del 5 %. Louis Vuitton obtuvo mejores resultados que la media de la división, pero Dior se mantuvo por debajo.
Debido al descenso de las ventas de coñac -típicamente popular entre los consumidores de clase media-, la facturación de la división de vinos y licores cayó incluso un 9 %. Incluso la división de «Distribución selectiva» (que incluye Sephora) vio caer su facturación un 1 %. La perfumería, la cosmética, la relojería y la joyería consiguieron mantener estable su volumen de negocio.
La geopolítica debilita el sector del lujo
Las causas de los decepcionantes resultados van desde las transiciones creativas (como la salida de la Directora Creativa Kim Jones de Dior sin sucesor), pasando por los signos de fatiga de la marca, hasta los cambios en el comportamiento de los consumidores. Por encima de todo, está la presión de la incertidumbre: tanto en China como en Estados Unidos, los consumidores mantienen un estricto control del gasto. La facturación en Asia (excluido Japón) cayó un 11 %, en Estados Unidos un 3 %.
LVMH estudia si puede aumentar la producción local en Estados Unidos, para capear el temporal de aranceles de Donald Trump, pero el grupo de lujo ya advierte de subidas de precios. Al mismo tiempo, la casa de moda dice que no repercutirá los costes en su totalidad al consumidor.
Otro factor es la incertidumbre en la cúpula: El CEO Bernard Arnault ya tiene 76 años, pero aún no ha nombrado sucesor. En realidad, tampoco quiere hacerlo: el fundador quiere quedarse hasta los 85 años, y espera que los accionistas le respalden en la votación de esta semana.
En cualquier caso, los resultados de LVMH suelen ser un presagio para el resto del sector. Los próximos trimestres prometen ser difíciles para los grupos de lujo de todo el mundo.