Coca-Cola tendrá un nuevo director ejecutivo el 31 de marzo: James Quincey, director general desde 2017, cederá el testigo al director de operaciones Henrique Braun. Quincey pasará a ser presidente ejecutivo y seguirá siendo una voz influyente dentro del grupo.
Más que cola
Quincey dirigió la empresa durante un periodo en el que los consumidores compraban cada vez menos bebidas azucaradas. Rediseñó a fondo la cartera, eliminó los eslabones débiles y amplió la visión de Coca-Cola para convertirla en una «empresa de bebidas integral». Bajo su dirección, más de diez marcas superaron el umbral de los mil millones de dólares en ventas, entre ellas BodyArmor, Topo Chico y Fairlife.
Al mismo tiempo, recortó la oferta. Honest Tea y Tab desaparecieron de las estanterías y Coca-Cola vendió la marca de agua de coco Zico. La estrategia se centró en dar prioridad a menos marcas, pero más grandes. Además, invirtió en formatos de latas más pequeñas y variantes sin azúcar, y volvió a introducir Coca-Cola en la categoría de bebidas alcohólicas mediante asociaciones con Molson Coors y Brown-Forman.
Ahora, como nuevo director ejecutivo, Braun debe lograr un mayor crecimiento en un mercado en el que los refrescos clásicos están perdiendo terreno frente al agua, las bebidas deportivas y las bebidas energéticas. El máximo responsable tiene la tarea de responder a ese cambio sin descuidar las actividades principales. Conoce la empresa a la perfección: desde sus inicios en 1996, ha trabajado en Norteamérica, Europa, Latinoamérica y Asia en puestos que van desde la cadena de suministro y el marketing hasta la innovación y las actividades de embotellado.


