Los belgas beben un 20 % menos de cerveza que hace una década y, al mismo tiempo, las exportaciones de cerveza también están bajo presión, ahora aún más debido a los aranceles de importación de Trump. A pesar de esta tormenta perfecta, las cerveceras siguen invirtiendo.
Descenso estructural
El declive estructural del consumo de cerveza continúa: las cerveceras vendieron un 2,1 % menos de cerveza en Bélgica el año pasado. La caída fue más limitada en el comercio minorista (1,5 %) que en la hostelería (2,9 %). Esta caída es ligeramente inferior a la registrada en 2023, cuando el consumo disminuyó un 6 %. Los belgas bebieron casi 6,4 millones de hectolitros de cerveza el año pasado, es decir, una quinta parte menos que hace diez años, según el nuevo informe anual de los cerveceros belgas.
Para colmo, las exportaciones ya no contrarrestan la caída del consumo interno: el año pasado, las exportaciones bajaron un 3,4 % (un descenso del 2,6 % dentro -y del 8 % fuera- de la Unión Europea). el 70 % de la producción belga de cerveza se exporta, lo que supone 14,5 millones de hectolitros.
Resistencia
Los cerveceros sufren la continua presión sobre el poder adquisitivo, el aumento de los costes y el incierto contexto geopolítico. El año pasado cerraron seis fábricas de cerveza, lo que redujo a 411 el número total de cerveceras en Bélgica. Estas empresas emplean directamente a 6.822 personas, pero la organización calcula que el empleo indirecto ronda los 50.000 puestos de trabajo.
Aun así, el sector cervecero belga demuestra capacidad de adaptación y resistencia: prueba de ello son los 178 millones de euros que los cerveceros invirtieron el año pasado en modernizar las instalaciones, hacer más sostenible el proceso de producción y reforzar el anclaje local. Según la Oficina Federal de Planificación, la industria cervecera belga aporta 4.000 millones de euros al producto interior bruto, lo que equivale aproximadamente al 1 %.
Sin cambio de tendencia
«Las cifras descienden algo menos que en 2023, pero todavía no hay un verdadero cambio de tendencia», afirma el director Krishan Maudgal, «la estabilidad y un entorno empresarial previsible son cruciales para que nuestro sector se asegure un futuro sostenible. Por ello, también pedimos claramente al nuevo Gobierno federal seguridad jurídica y ninguna carga normativa adicional para la cerveza y, por extensión, para el alcohol». Con más de 400 fábricas de cerveza con un fuerte anclaje local, es esencial que nuestros cerveceros dispongan del espacio necesario para seguir innovando y operando de forma sostenible.»
Otro motivo de preocupación para los cerveceros es la imposición por parte de Estados Unidos de aranceles más elevados a la importación de aluminio, ya que la mayor parte de la cerveza se envía a ese país en latas. Para un gigante como AB InBev, esto no es un problema, ya que produce en EE.UU., pero las cerveceras familiares más pequeñas se enfrentan a un aumento del coste de cinco céntimos por lata. Alain De Laet, de la cervecera Huyghe, declaró al periódico local Het Nieuwsblad que muchos cerveceros vieron venir la tormenta y ya estaban exportando grandes cantidades a Estados Unidos al comienzo de la guerra comercial.