El sector textil y de la moda europeo aporta 189.000 millones de euros anuales a la economía y proporciona 3,2 millones de puestos de trabajo, pero se enfrenta a retos estructurales. ¿Cómo afrontarlos y dónde están las oportunidades?
Cuatro preguntas para el futuro
En el debate público, el sector textil europeo se presenta a menudo sin una visión suficiente de la compleja realidad de la cadena de valor mundial en la que opera la industria, opina la organización comercial EuroCommerce. El representante de los minoristas y mayoristas europeos encargó a Copenhagen Economics un análisis de la cadena de suministro textil mundial, con el fin de identificar las oportunidades y los retos reales.
RetailDetail ha resumido el informe en cuatro preguntas y respuestas:
1. ¿Está perdiendo el control el sector textil europeo?
Desde el año 2000, las importaciones textiles en Europa casi se han duplicado hasta alcanzar los 17,4 millones de toneladas anuales, procedentes principalmente de Asia, mientras que las exportaciones han crecido sólo modestamente. Países como Bangladesh, China, India, Pakistán y Vietnam se han convertido en los principales proveedores. Por ejemplo, el 60% de las exportaciones textiles de Bangladesh se destinan a la Unión Europea.
Aunque gran parte de la producción se realiza ahora fuera de Europa, las empresas textiles europeas siguen controlando la mayor parte de la cadena de valor, desde el diseño hasta la distribución, pasando por la marca. El sector aporta en torno al 0,8% del PIB total europeo y 3,2 millones de empleos europeos están vinculados directamente o a través de proveedores al sector textil y de la moda para el mercado de la UE, empleos que van desde diseñadores e ingenieros a logística y venta al por menor.
En otras palabras, la dependencia es mutua. Las empresas europeas de moda se benefician de economías de escala y bajos costes de producción en países con salarios bajos, pero esta externalización hace que la cadena sea compleja y vulnerable. Los riesgos geopolíticos y las interrupciones (por ejemplo, debidas a aranceles comerciales o inestabilidad política) pueden afectar bruscamente a la cadena de suministro.
Al mismo tiempo, la cadena de valor mundial también genera beneficios mutuos: Los productores asiáticos compran a su vez maquinaria y servicios europeos. En 2020, los fabricantes textiles de Asia gastaron 11.000 millones de euros en maquinaria textil y equipos industriales europeos. Esto ilustra que Europa no es solo un importador, sino también un proveedor de la industria textil mundial a través de la tecnología y los conocimientos técnicos.
2. ¿Es la deslocalización la solución para recuperar el control?
Según el informe, devolver la producción textil básica a Europa se considera una solución cara e ineficaz. No sólo los costes de producción en Europa son mucho más elevados que en los mercados de producción actuales, lo que puede dar lugar a precios de consumo más altos para el mismo nivel de calidad, sino que la capacidad de producción textil actual en Europa es también muy inferior a la de Asia y el Norte de África.
La producción textil es una industria intensiva en mano de obra con márgenes bajos, mientras que Europa se enfrenta actualmente a la escasez de mano de obra, que sólo se espera que aumente en las próximas décadas. Las empresas europeas se han especializado en partes de la cadena de valor que añaden más valor, como la investigación, el diseño y la comercialización. Trasladarse a las partes de bajo valor de la cadena de valor sería económicamente ineficaz para Europa y, según el informe, restaría recursos a estas actividades de alto valor.
Aunque la deslocalización podría contribuir a una mayor transparencia de la cadena de valor y facilitar la aplicación de prácticas sostenibles, corre el riesgo de tener graves consecuencias económicas para los actuales países productores. Para limitar los riesgos, algunas empresas están repartiendo sus actividades entre varios países.
3. ¿Están las normas europeas de sostenibilidad ejerciendo demasiada presión sobre el sector?
La Unión Europea está introduciendo nuevas normas para que el sector textil sea más sostenible y transparente. La Iniciativa Textil Sostenible y Circular de la UE constituye la base de esos esfuerzos, con una serie de medidas como requisitos de diseño ecológico más estrictos, obligaciones de información (CSRD) y diligencia debida en materia de derechos humanos y medio ambiente. Aunque estas normas deberían garantizar una competencia más justa y la normalización a largo plazo, plantean importantes retos y costes para las empresas a corto plazo.
Además, la aplicación de algunas normas de la UE a través de directivas conduce a la fragmentación: los Estados miembros desarrollan variantes nacionales, lo que significa que las empresas se enfrentan a diferentes sistemas y registros por país. Las pequeñas y medianas empresas se ven desproporcionadamente afectadas, ya que no pueden beneficiarse de las economías de escala y tienen unos costes de cumplimiento relativamente más elevados.
Quizás de forma contraintuitiva, aquí es precisamente donde residen las oportunidades de futuro para las empresas y proveedores de moda europeos: la transición a una cadena textil sostenible puede posicionar a Europa como líder en innovación. El sector tiene margen para seguir creciendo en sus segmentos fuertes (investigación, diseño, marketing y servicios especializados) y puede desarrollar y exhibir tecnologías de sostenibilidad. Las nuevas oportunidades se encuentran sobre todo «aguas arriba» en la cadena, en la producción de maquinaria y herramientas avanzadas para la producción textil sostenible y el reciclaje, ámbitos en los que Europa ya lleva ventaja.
4. ¿Es el reciclaje la solución circular?
Apenas el 10 % de todos los textiles de la UE se reciclan hoy en día y menos del 1 % de todas las fibras textiles se reprocesan actualmente en una fibra textil equivalente (el llamado «reciclado de fibra a fibra»). La gran mayoría de la ropa desechada acaba en incineradoras o vertederos, o se transforma en productos de menor calidad.
En este contexto, la UE se ha fijado ambiciosos objetivos de sostenibilidad, pero las capacidades actuales de clasificación y reciclado son insuficientes para alcanzarlos. Según los análisis del sector, el reciclado de fibras textiles de alta calidad podría aumentar hasta el 26 % en 2030, siempre que se realicen fuertes innovaciones e inversiones.
Para lograrlo, se están creando nuevas plantas de reciclaje en Europa y se están desarrollando tecnologías de clasificación inteligentes, pero la escala sigue siendo limitada. La capacidad actual de reciclado se estima en 1,3 millones de toneladas al año (principalmente mecánicas), lo que representa solo una fracción de los residuos textiles anuales. La circularidad es, por tanto, a la vez un enorme reto y un importante objetivo en el horizonte. Por tanto, será necesario integrar más innovación y prácticas circulares en toda la cadena de valor, desde el diseño y las materias primas hasta el final de la vida útil.